Te quiero. Eso me asusta un poco.

Tenemos que hablar. No sé de qué. ¿Te gustó el café con leche que te pediste o, más bien, el camarero que te sirvió? ¿Escondiste el miedo en aquel vaso en busca de libertad? A veces es más complicado preguntar que responder. Otras, es más difícil callar que hablar. Y sí, sueno estúpido porque los verbos pueden ser comecocos o, mejor dicho, comevidas. Perdona, no puedo callar. Hablemos de las cosas importantes que te asustan. Te quiero. Eso me asusta un poco.

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