Causas en mí tal revuelo como el que provocó París raptando a Helena
Como cada año
con tu llegada los astros se alinean y no es una idea equivoca que es a causa
de la batalla que te declara junio. Y es que pobre Junio, pese a ser declarado
el mes del año que más sonrisas roba por ser el ecuador, no es capaz de
adjudicar un punto de inflexión en mi vida como tú, número nueve. Causas en mí
tal revuelo como el que provocó París raptando a Helena, y es que tú me obligas
a despedirme de los perfectos ocasos del verano que esconden risas prohibidas,
besos robados (aunque medio concedidos) , noches en vela y sueños escondidos y,
de pronto, tengo que saludar al albor que se le han pegado las sábanas, que siente
que el mundo le regala una nueva oportunidad para vivir y que le recuerda que
el tiempo corre cuál latidos de mi corazón al sentir tu aliento clavado en mi
nuca. La vida es demasiado corta para esperarte, septiembre, pero lo hago, es
inevitable. A veces ignoro lo cortos que son los días y lo caras que están las
risas, pero esta vez debo pronunciar esa palabra que, a veces asusta y trae
consigo un IVA : gracias. Gracias porque das giros a mi vida como si de la luna
se tratase y es que hace un par de años hiciste que cambiase mi guerra entre
sonetos de Shakespeare a un vals entre ansias de enseñar a aquellos ojos
inocentes que miran y aprenden. Presentas grandes alegrías y una multitud de
fracasos, arrebatas vidas y me demuestras que tras cada caída se esconden
fuerzas para levantarse. Puede que a veces la vida me venga grande, que no
aguante el peso de las desilusiones, pero sé que debo entenderlo como un juego
y, por eso, esta vez soy yo quien te reta, pues voy a ser la mejor versión del
Atlas que habita en mi y ningún mundo a mis espaldas podrá acabar con el ser
que se halla en mi interior. Eres el mes de la superación porque año tras año
me obligas a crecer y a aprender. Es por eso que hoy brindo por un nuevo
comienzo, una nueva oportunidad pues formas parte del mapa estelar de mi vida y
de las historias que quedaron por contar. No sé cuál será mi nuevo destino,
pero si sé que ante mis ojos existe un abanico de posibilidades. A veces las
probabilidades son nulas, pero, en este caso, tengo a favor el mundo. Es
complicado explicártelo, pero lo entenderás, querido nueve. O quizás ya lo
hagas al ver la vida en su totalidad al mirarme a los ojos.
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