Tenemos que hablar


Tres palabras, dieciséis letras y una multitud de sensaciones. Tres palabras que consiguen ponernos los pelos de punta y que nuestra mente acumule una sucesión de momentos que hemos compartido con el emisor de tales palabras. Una película en blanco y negro con un único final posible: un adiós. No vamos a mentir, tenemos que hablar es sinónimo de cristales marchitados ahogándose en un océano de recuerdos que fueron y nunca serán. Es improbable, por no llamarlo imposible, que después de esa sucesión de palabras venga un respiro de aire fresco al escuchar un te quiero o un a cada día que pasa soy más feliz a tu lado. O eso creía.
En cambio, hoy pones mi mundo patas arriba. Sacas la mejor parte de mí, mis “te quiero” y mis “te echo de menos”. Me das aire, me das vida. Tienes ese poder de transformar mis días, pero también conceptos. Contigo he aprendido que cuando me llamas por mi nombre no tiene por qué ser para inundar mis ojos de lágrimas, que los abrazos son el mejor antídoto y que los tenemos que hablar pueden ser sinónimo de quiero pasar mis días contigo. Me has enseñado que puedo ser una náufraga en tus ojos y sentir que me encuentro porque justo en ti la vida cobra sentido en su totalidad.
Tenemos que hablar: eres el huracán que ha arrasado todos los obstáculos que otros me pusieron, eres ese sorbo de agua que sabe a vida cuando me deshidrato.Eres. Eres eso que me hace sentir viva y es que hemos roto las reglas y nunca nos cansamos de hacerlo. Eres esa parte cuerda, pero también la más insensata. Eres el claxon de los coches que ponen banda sonora a la Gran Vía, pero también el sonido de las olas que buscan el puerto de tus labios. Eres calma, velocidad, lluvia, sol. Eres todo lo que quieres ser y todo en general. Me hablas de magia sin lograr a entender que no existe mayor fenómeno paranormal que la hipnosis que provocas en mí.
Tenemos que hablar: no hagas nada, hazme a mí. A mí cuando estoy contigo. Mis idas y mis venidas, mis ojos y mis sonrisas. Hazme a mí con estas ganas inagotables de surcar en tus labios y de comerme la vida. Hazme como soy cuando estoy contigo sin ningún añadido. Hasta eso de que te eche de menos hasta en el último beso que sabe a un hasta luego. Hazme.

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